La huelga de transportes públicos ofreció a los participantes en el Encuentro una posibilidad inesperada: el Deber de Sentarse en la Ciudad.
No, no estaba previsto: uno se había imaginado el estadio de fútbol (otro lugar de «vida» civilizada) invadido por equipistas con sombreros blancos y sombrillas, pero en lugar de eso… la ciudad se llenó de parejas insólitas sentadas en bancos, en bares, en el césped, en los vestíbulos de los hoteles, cogidas de la mano y «hablando». El Deber de Sentarse, una de las más bellas intuiciones del Equipos de Nuestra Señora, la invitación a la pareja a encontrar un espacio de diálogo a la luz de la Palabra, ocupaba los espacios de la ciudad en su vida cotidiana.
Un hermoso testimonio ofrecido, sin querer, a la ciudad que seguía viviendo frenéticamente.