Ernesto Olivero y Don Luigi Ciotti: cómo convertir lo negativo en positivo

Nuestro viaje a través de los protagonistas de la santidad en Turín concluye con dos testigos vivientes que, durante las últimas décadas, con estilos diferentes pero complementarios, han iluminado y continúan iluminando la vida social de la ciudad, de Italia y más allá con su compromiso evangélico.

«Arsenal de la Paz». Parece una expresión paradójica, sin embargo, así es como Ernesto Olivero llamó a un viejo edificio militar deteriorado en el corazón de Porta Palazzo, el barrio de los santos sociales de Turín. De hecho, el arsenal fue confiado a Ernesto en 1983, quien, inspirado por la profecía de Isaías (2:4), lo ‘convertiría’ de un instrumento de guerra a una fábrica de producción de paz, «monasterio metropolitano, puerta abierta las 24 horas del día, 365 días al año», con ramificaciones en todo el mundo. El Arsenal de la Paz es un centro de acogida para los pobres, un lugar donde se puede encontrar refugio nocturno, comidas y cuidados médicos de forma gratuita, un ‘hub’ para la recolección y redistribución de recursos materiales y espirituales para los más desfavorecidos, donde innumerables voluntarios ofrecen su tiempo y energía a muchas otras personas necesitadas.

La aventura comenzó a mediados de los años 60, los mismos años en los que se iniciaron las primeras iniciativas de Don Ciotti. Era 1964, Ernesto tenía 24 años, y junto con su futura esposa Maria y algunos jóvenes decididos a compartir sus proyectos, fundó el «Sermig», Servicio Misionero de Jóvenes. El propósito de la iniciativa era combatir el hambre mundial a través de actos de justicia, promoviendo el desarrollo y la solidaridad hacia los más pobres. A lo largo de los años, el Sermig, cuya sede principal es precisamente el Arsenal de la Paz, se convirtió en un centro de irradiación de iniciativas de solidaridad y paz tanto en Italia como en el extranjero, gracias a la visión universalista de Ernesto y su capacidad para interactuar directamente con las figuras políticas y religiosas más influyentes en la escena nacional e internacional. Apoyado por presidentes de la República, alentado en su obra por Pablo VI, amigo personal de la Madre Teresa de Calcuta y Juan Pablo II, condecorado con la Medalla de Oro al Mérito Civil por su servicio a los más necesitados, nominado varias veces al Premio Nobel de la Paz, nombrado Servitor Pacis por las Naciones Unidas, reconocido como hombre de paz en Jordania e Israel y más, Ernesto ha sido llamado a menudo por los poderosos para llevar a cabo su acción pacificadora. No menos importante, gracias a la acogida del Sermig y al encuentro con Ernesto, el infame bandido Pietro Cavallero, cuyos robos criminales ensangrentaron los años 60, se convirtió al Cristianismo renegando del pasado y pidiendo perdón. Hoy más que nunca, en esta época de conflictos, la profecía de Isaías encarnada por Ernesto Olivero revela su urgente actualidad.

Asimismo, la obra de Luigi Ciotti (nacido en 1945), que comenzó en 1965 con el apoyo de Michele Pellegrino, el inolvidable arzobispo de Turín, el mismo que alentó los primeros proyectos de Ernesto Olivero y que vio en Luigi, ordenado sacerdote en 1972, al futuro ‘cura de calle’ capaz de redimir a los últimos, los descartados. De inmediato, de hecho, Don Ciotti se dedicó a la acogida de personas en dificultades, principalmente toxicómanos, encontrados en lugares donde las drogas se difundían creando marginación, explotación y degradación. Así nació el Grupo Abele, cuya misión no es solo hacerse cargo de los marginados, aquellos que no encuentran un lugar digno en la sociedad, sino también promover iniciativas públicas de concienciación, presionando a las instituciones para que se involucren con iniciativas políticas y legislativas para abordar y resolver el malestar social.

Don Ciotti encarna el ideal de la caridad que se convierte en política, según la enseñanza de Pablo VI, una caridad que no se limita a mitigar los efectos de la marginación, sino que se compromete a identificar sus causas para eliminarlas desde la raíz. Así, junto a las acciones del Grupo Abele ‘en la calle’, hay iniciativas editoriales, centros de estudios, actividades de investigación, publicaciones, cursos de formación para trabajadores sociales, movilizaciones públicas que llevan, por ejemplo, a la formulación de la primera ley italiana no represiva sobre el uso de drogas, y así sucesivamente. Mientras tanto, el ámbito de acción del Grupo se amplía desde las adicciones a sustancias estupefacientes hasta las adicciones en general, alcohol y juegos de azar, a víctimas de trata, prostitución y la integración de migrantes, situaciones cuyo denominador común es la reducción de personas en formas más o menos evidentes de esclavitud.

Pero todo esto aún no es suficiente, pues los fenómenos descritos hasta ahora tienen en la criminalidad organizada su centro de origen y control. Por lo tanto, es necesario intervenir. De ahí surge Libera, que desde 1995, tras las terribles masacres mafiosas en Sicilia en 1992, sirve de punto de referencia para innumerables organizaciones nacionales e internacionales en la lucha contra la mafia en sus diversas formas. El objetivo, actual como entonces, es promover un cambio cultural y social que, partiendo de la sensibilización de las jóvenes generaciones, conduzca a un cambio de costumbres que elimine desde la raíz el consenso a las lógicas mafiosas. Aquí también, como ya sucedió con las drogodependencias, la acción de Libera hacia las instituciones lleva a la aprobación de la ley sobre el uso social de los bienes confiscados, ‘convirtiendo’ bienes poseídos ilícitamente en recursos para el crecimiento de los territorios afectados.

La acción de Don Ciotti no se detiene aquí. Innumerables otras iniciativas surgen de su personalidad desbordante. Así como son innumerables los testimonios públicos en su honor de instituciones, asociaciones, universidades, medios de comunicación, que con premios, ciudadanías honorarias, doctorados honoris causa, emisiones, etc., testimonian el valor de un hombre que ha hecho del Evangelio la fuente primaria y el motor de cambio y redención para muchas situaciones de injusticia y degradación.

Autor: Luca Robino – Foto: SERMIG