Los santos y profetas sociales. Introducción

¡Qué ciudad tan extraña es Turín! Generosa y tímida, ordenada e introvertida. Capaz de hacer historia sin llamar la atención. Regia en sus bulevares y palacios y jardines y patios, pero a la vez doméstica y envuelta en modestia. Profunda y taciturna, un poco melancólica y siempre esperando un destino.

En esta extraña ciudad no podía sino nacer algo radicalmente original, algo que la historia, la sociología, la economía, la psicología y demás saberes juntos no lograrían explicar. Algo único en el mundo, suscitado por el Espíritu que sopla cuando y donde y como quiere: los llamados «santos y profetas sociales».

Son santos y profetas como todos los demás, inmersos en la oración, en la fidelidad a la Palabra y a la Iglesia, unidos por un profundo sentimiento oblativo, testigos tenaces e incansables, sedientos de lo absoluto y entregados en cuerpo y alma a la caridad, pero con una mirada particularmente especial. Su horizonte y su terreno de acción son ante todo los últimos, las víctimas de esos sufrimientos, exclusiones, penurias, trabajos, reglas y mecanismos crueles que conlleva una ciudad en transformación.

Pero la atención de cada uno de esos santos y profetas se dirige, por elección propia, a un sector, a una categoría, a un conjunto de personas unidas por un destino idéntico: los enfermos, los encarcelados, los jóvenes, los trabajadores, etc. En esta elección radica su compromiso social.

Nuestro viaje comenzará en las primeras décadas del siglo XIX, años en los que la primera revolución industrial remodelaba el paisaje urbano año tras año, y terminará en nuestros días en una Turín completamente distinta. De una ciudad formada en gran parte por barrios de casuchas y calles empedradas surcadas por riachuelos de aguas residuales a una ciudad orientada al desarrollo de las tecnologías más avanzadas.

Intentaremos narrar las vidas de nuestros protagonistas, vidas que a menudo se entrecruzan, centrándonos especialmente en el carisma específico que los ha distinguido, un carisma que para algunos tomó la forma de un auténtico «eslogan».Conoceremos de esta manera a los santos Giulia di Barolo (1785-1864) y su marido Tancredi (1782-1838), Giuseppe Cottolengo (1786-1842), Don Giovanni Bosco (1815-1888) y Pier Giorgio Frassati (1901-1925), y a los profetas contemporáneos Ernesto Olivero (1940) y Luigi Ciotti (1945).

¡Buen viaje!